domingo, 20 de marzo de 2011

Cómo ser un buen berlinés (10 reglas fundamentales)

Bueno, visto que me estoy ganando el título de mística y profunda en el blog, vamos a cambiar de tercio y aunque sigo con estos estudios exhaustivos hacia la cultura alemana, lo voy a enfocar de otro punto de vista. Si eres extranjero y acabas de aterrizar en Berlín, esta guía te servirá para aprender a ser rápidamente un auténtico berlinés:
1ºEn invierno aprenderás que la capucha de tu abrigo/sudadera será tu fiel compañero cada vez que salgas a la calle. Si fueras así en España, serías un kinki/rapero/cani/hortera, pero aquí es lo más práctico del mundo, sobre todo cuando tienes de frente una fresca brisilla de -20ºC.
2º En verano, fundamental una bici. Aquí se respetan a las bicis de verdad, no tienes riesgos de morir si vas por la carretera. También es obligatorio ir los domingos al mauer park, donde encontraréis un mercado de cosas de segundo mano o Flöhmarkt, sitios para comer, actuaciones de todo tipo y un magnífico karaoke en mitad del parque donde sale a cantar el que se anime en una especie de anfiteatro. Con el buen tiempo se llena que más que un parque parece una feria. Otra cosa que puedes hacer es ir descalzo por la calle. Creo que esto solo se hace aquí y en Sevilla cuando sales de penitente. El motivo por el que a veces se ve gente descalza (y más frecuentemente en el trabajo) se me escapa de las manos.
3ºBebe club mate. Es la bebida no alcohólica estrella de Berlín, y me imagino que del resto de Alemania. También es importante comprarte un termo para llevarlo siempre encima cargado de té. Y por supuesto, bebe cerveza siempre y donde quieras. Una birra de medio litro "marcalaparra" en un späti (tiendas abiertas 24 horas pa comprar un de tó) te cuesta 70 cts. Y como esto es Berlín, puedes beber en el metro, solo, por la calle, con el traje de chaqueta después del trabajo...que todo está bien visto. Importante dejar el casquillo de la birra en mitad de la calle, lo cual también está muy aceptado, ya que hay gente que se dedica a recogerlas a montones y devolverlas en lo supermercados. A cambio recibirán 8 cts por botella (el llamado Pfand) si es cristal, y 25 cts si es plástico.
4º Estética. Este punto es bastante delicado. Si quieres ser moderno, he aquí tu perfil perfecto:
Cómprate unos cascos molones, de esos que te tapan las orejas enteras, y si es de algún color chillón mejor. Déjate el flequillo largo y córtate el resto de la melena. Pantalones pitillos y gafas estilo Woody Allen imprescindibles. La ropa vintage también es muy importante, siempre puedes recurrir a algunas cosas que tu abuela se ponía de soltera para partir la pana en esta ciudad.
5º El kebab/falafel o el china box será tu comida estrella cuando el hambre te apriete cuando vayas por la ciudad. Primero porque es baratísimo (no te gastarás más de 3 euros), y segundo porque sobre todo en Kreuzberg y Neukölln encontrarás imbiss (así se llaman estos locales) de estos tipos en cada esquina.
6º Compra velas. A los berlineses les encantan las velas, raro es el bar que no las use para alumbrar. En general les mola no tener mucha luz, tampoco en las casas.
7ºSi vas al supermercado, llévate bolsas de casa. Las bolsas de plástico cuestan pasta, y aquí son bastante ecológicos, así que por lo general las usan de tela.
8ºEn cada bar o restaurante que vayas te preguntarán si pagas "zusammen oder getrennt" (junto o separado). En España te pondrían mala cara por decirle al camarero q te pague cada uno lo suyo, aquí es lo más normal.
9ºLa otra moda de las mujeres que no son punkies o modernas es la de emperifollarse, de eso hay en todos lados del mundo. El elemento estrella de las mujeres emperifolladas berlinesas son las uñas postizas largas y pintadas, q suelen hacérselo en locales de orientales. Aquí esto pega bastante fuerte, a mí personalmente me horroriza y me parece el dinero peor gastado de la historia.
10º Y por último, como aquí se estila, si estás buscando habitación o casa que sepas primero que vas a tener que pasar por un largo periodo de entrevistas hasta que encuentres un piso barato y donde los compañeros de piso te quieran aceptar (yo vi casi 20 casas cuando llegué aquí). Y segundo, cuando entres por fín en alguna, ten en cuenta que vas a tener que comprar todos los muebles de la habitación. Y cuando digo todos es que a veces te encuentras incluso que el anterior inquilino se ha llevado la bombilla del techo.

jueves, 3 de marzo de 2011

Mehringdamm, abanico de sabores

Así me gusta, trabajando el blog. Aunque esto va por rachas, parece que ahora estamos dándole un poco de caña a esto. Que dure. Por mi parte, y siguiendo con una de mis mayores aficiones, lo retomaré con recomendaciones de nuevos sitios berlineses. No obstante, esta vez abordaré el tema culinario, un apartado que goza de una posición privilegiada dentro de mis quehaceres personales. Siempre he pensado que la gastronomía forma parte de la cultura de una sociedad, y qué mejor que hacer apología de ello.

En esta ocasión me trasladaré a Mehringdamm, dentro del barrio de Kreuzberg, aunque sólo de modo virtual (aunque no es por falta de ganas, creedme). Y es que esta zona son palabras mayores. Un poco alejada de lo típico de Kreuzberg, pero no por ello menos valiosa. Es una de las calles más ajetreadas del barrio, y eso también ha de notarse en materia culinaria. Tampoco es casualidad que algunos de los mejores sitios de comida en Berlín (al menos para mi gusto) estén ubicados en esta calle, algo que no deja de ser una gran putada: a no ser que vengas dispuesto a ponerte las botas, va a ser complicado probar más de uno en la misma tarde. Yo lo he hecho, pero no lo recomiendo. Mejor saborear cada uno por separado. Y es que empiezo a salivar cuando pienso en ello. Sin dilación, procedo:

1. El döner del Mustafá (Mehringdamm, 32): sin duda, el mejor de todos cuantos se hacen en Berlín. Y después de haber probado muchísimos diferentes, en una ciudad donde hay una tienda de kebabs cada diez metros, creo que hablo con conocimiento de causa. Por cierto, aprovechando la coyuntura: ¿sabíais que el kebab se inventó en Berlín? Ahí queda eso.. Al grano, que me pierdo. Es el único lugar donde he visto (y padecido) a la gente esperar media hora en una cola para comprarse un döner. Creo que eso ya lo dice todo. Este sitio es famoso por su variante de döner en el que solamente echa verduras, y tiene una aceptación brutal. Yo prefiero pedirlo con carne, que la contundencia gastronómica es un grado. Y carne limpia, no como en algunos sitios donde sólo con mirarla te aparece una úlcera de estómago.

Sea vegetal, sea con carne, su secreto radica en añadir ver duras asadas al döner, algo que le da un sabor más que especial. Berenjena, puerro y calabacín, amén de la postrera lechuga, tomate, cebolla, pepino y Rotkohl a elección de cada uno. Además, añade unas cuantas patatas fritas dentro del pan, le pega un chorreón de limón natural y finalmente un par de cucharadas de queso de cabra. Lo que en otros sitios te cobran, aquí viene incluído en el precio. Sabe a gloria. Cuando has acabado de comerlo quieres volver a por otro, pero la idea de pasarte otros veinte minutos esperando no acaba de ser agradable. Los precios, demasiado baratos para la delicia que estás comiendo, y más si lo comparas con la calidad que tienen otros: por 2,80 euros vas más que servido. El dürum creo recordar que cuesta un euro más. Brutal. Algunos de los que viven aquí desde hace meses aún no lo han probado: debería estar penado.


2. Curry 36 (Mehringdamm, 36): apenas veinte metros más allá del Mustafá, llegamos a otro de los sitios con mayor acogida de Berlín, y de visita obligada para cualquiera que se pase por esta gran ciudad. La legendaria Currywurst alcanza aquí su culmen. Ni que decir tiene que ha sido lugar de culto para mis visitas berlinesas. Y aunque no deja de ser una salchicha con salsa picantona, es genial. Llama la atención cómo tienen un montón de salchichas haciéndose a la vez, y te despachan en un santiamén. Las tienes 'mit und ohne Darm' (con o sin tripa), aunque recomiendo las que tienen Darm. Y qué mejor para acompañar este plato que unas patatas fritas crujientes, 'paprikeadas' y con su buen 'ketchup und maio'. Por cierto, la mayonesa de este sitio es la mejor que he probado nunca. Te entran ganas de pedirle al tío un cuenco y una cuchara. Los precios, bastante asequibles: por entre tres y cuatro euros te comes dos salchichas y un buen puñao de patatas. Aquí tenéis la web (www.curry36.de/curry36.html), aunque hay que decir que en las fotos las salchichas no salen muy apetecibles. Para subsanar el error, coloca una de las mías, donde se pueden admirar en toda su esencia. ¡Ñam, ñam!

La putada, como ya digo, es que cuando vas aquí tienes que decidir entre el döner o las salchichas, porque ambas cosas pueden ser una bomba de relojería. La vida está llena de encrucijadas, diatribas, bifurcaciones..

3. Café do Brasil (Mehringdamm, 74): para cerrar esta entrada, haré referencia a uno de los mejores sitios donde he tenido el placer de comer en Berlín. Cuando estuve en Brasil, la comida me pareció una delicia, y me llamó mucho la atención cómo podían preparar platos tan sabrosos con unos ingredientes tan simples. Aquí es igual, aunque más caro que en Brasil. Ojalá hubiera en Berlín los mismos precios, jejeje. Lo mejor de este restaurante son los días de buffet, de lunes a miércoles a partir de las 18, donde puedes comer hasta reventar por nueve euros, bebidas aparte. Yo ya he ido unas cinco o seis veces, y cada vez me gusta más.

De la comida brasileira sólo puedo hablar maravillas: feijoada, mandioca frita (como las patatas, pero aún mejores), plátano frito (mi expresión ahora mismo es como cuando Homer dice: ''Argggg, cacahueteeeees”), verduras rebozadas, carne guisada picantona, pollo frito, burritos (no sé cómo se llamarán en Brasil, pero son muy parecidos a los mexicanos), nachos con salsas... Y bueno, también hay ensaladas, pero ya sabéis mi opinión al respecto. Lo único que echo en falta son unos cuantos salgados: eso ya sería un orgasmo en toda regla. El ambiente está siempre amenizado por música de Brasil, como no podía ser de otra manera, y decorado con instrumentos típicos, mapas y los iconos típicos del país. Los camareros, amabilísimos, aunque sí es cierto que a veces tardan más de la cuenta en atenderte. No todo iba a ser perfecto. Es un local pequeñito, y como suele estar petado de gente es muy recomendable reservar para evitar sorpresas de última hora. Los domingos tiene brunch, aunque he de decir que la vez que estuve no me llamó mucho la atención. Entre semana se come mejor, y tienen más variedad.

Pues eso, habría que plantearse un día estar en esta calle desde la mañana hasta la noche, porque opciones no nos van a faltar. Y esto son sólo algunas de las disponibles, cerca de aquí se encuentra la Bergmanstrasse, otra calle muy concurrida, pero de la que hablaremos otro día. Espero que se os haya abierto el apetito, yo estoy ahora que le doy un bocao a la pared. ¡Qué viva la comida güena!

miércoles, 2 de marzo de 2011

FAUNA DE U-BAHN

La fauna berlinesa, esa humanidad que camina a tu alrededor hundiéndose un poco más en sus bufandas, los ojos como casi único gesto humano entre tanta ropa. Daría para escribir tres enciclopedias abarrotadas de términos, definiciones, grupos sociales, estilos... Hoy quiero hablar de un sub-grupo, heterogéneo, pero siempre presente: los vendedores de periódicos y/o vagabundos de U-Bahn. Eliminaremos por cuestiones obvias de dignidad y clase a aquellos que suben al vagón con su guitarra o su armónica, y todos los que ofrecen algún tipo de espectáculo fugaz y efímero. Nos referiremos aquí a la clase baja de este mundillo, subvencionados por la, todo hay que decirlo, generosidad de los alemanes, que no escatiman en soltar moneditas cuando alguien pasa a su lado con un vaso desgastado de café sonando.

Tampoco voy a presentar aquí un simposio, más bien me referiré a los tres casos más curiosos y especiales con los que me he encontrado después de mi primer año en la capital del Kebab (Neukölln).

Esta foto es falsa, nunca ha habido en Berlín la temperatura que se indica en la pantalla. FAKE

Tipo 1: El-Hombre-que-huele-muy-pero-que-muy-mal. Soy consciente del hecho. Queda un tanto burgués sobradillo eso de escribir en un blog sobre un pobre hombre que apesta. No lo haría, y de hecho lo criticaría con firmeza, si no fuera por el caso que nos ocupa. Para los que lo puedan ver y así escapar a tiempo: un tipo con barba raída, dos muletas y pies enfundados entre escayolas y calcetines viejos. La primera vez lo sufrí en mis carnes. La segunda me mantuve a distancia y me limité a contemplar la reacción popular. El hombre, una vez que el metro ha arrancado, comienza a caminar por el vagón apoyándose en sus muletas, prácticamente susurrando algo ininteligible. Cuando pasa junto a los viajeros, alguno suelta algo de dinero, pero el efecto se produce al cabo de unos segundos, cuando el señor ya ha pasado y el olor que le precede hace aparición. Interesantísimo ejercicio antropológico observar como la gente siente ese olor fuerte, intensísimo, y comienzan a taparse la nariz (los más discretos) a aguantar la respiración hasta ponerse verde (los hombre duros), a cambiarse de sitio (los pocos espabilados, porque el olor ya es omnipresente), los sensibles (que amagan con vomitar, alguna vez lo he visto).

Un día caminaba por la estación de Jannowitzbrücke y sentí ese olor en el aire. Lo seguí, dios sabe porqué, y descubrí el lugar donde el hombre dormía, bajo una columna de la estación. No lo podía entender, con aquel frío, una estación que además permanece cerrada por la noche. Una amiga que se dedica al cuidado de personas sin hogar nos contaba que ellos cubren las necesidades de todos los que lo necesitan, que los que están así, es porque lo desean, o porque están zumbados, o porque les gusta esa vida. Planos infinitamente lejanos a nuestra existencia, incomprensibles, pero que están junto a nosotros, a nuestra vera.

-Tipo 2: La mujer de la silla de ruedas: llevaba tiempo queriendo escribir esta entrada, y desde que se me ocurrió la idea hasta hoy que he comenzado a teclear letras, me alegra poder constatar la mejora, al menos en apariencia, de esta joven, con un rostro con mucho encanto (y ampliamente demacrado) que camina en silla de ruedas con agilidad (a diferencia de otros farsantes que se levantan de la silla en cuando salen del vagón, a ella le falta una pierna, a la altura del muslo). La mujer te mata por dentro cada vez que la vez. Es una sensación personal y única, otros sentirán, sin duda, ese sentimiento por el tipo de las muletas o por los cientos de personajes de este tipo que vagan en sus pequeñas casitas amarillas sobre railes, pero a mi esta mujer siempre me tocó un poquito en el alma. Cuando le mirabas con ese hipócrita gesto, ese labio que solemos poner torcido, como si nos sintiéramos igual que ellos, y con generosa empatía nos derrumbásemos por un instante hasta su mundo, como si tan siquiera supiéramos que es eso, “Leider Nicht”, decimos. Con ella si, parecía que tú negativa a su petición era una puerta abriéndose, con un cartel con lucecitas de neón parpadeando al fondo rezando “mira que eres cabrón”.

La chica, hoy día, mantiene un aspecto mucho más sano, del que me aventuraría a señalar que tiene parte de culpa el haber eliminado la droga dura de su dieta habitual. Me alegro. De verdad.


-Tipo 3: La doliente-mentirosilla: Una mujer, unos treinta y tantos, con pequeñas gafas sin montura, aspecto saludable, ropa deportiva, entra en el vagón, en una esquina. Ni tan siquiera te fijas en ella porque parece una más de las que están de paso en aquel habitáculo. Cuando el tren arranca, la mujer comienza a mostrar el periódico y a recitar la tipica cantinela. Hasta ahí, todo normal, hay gente de aspecto muy normal haciendo este tipo de actividades. Lo curioso viene cuando, al cabo de unos segundos, cuando tu mirada ha vuelto al libro que tienes entre manos, sientes que su voz se quiebra. Silencio. Vuelve a intentar hablar. Alzas la mirada, sorprendido, y la ves allí, un poco inclinada, como si le hubiese entrado un dolor de estómago, apendicitis, que se yo. La gente se queda muda, todos la observan. Ella intenta con toda fuerza de voluntad, casi entre lágrimas (que no se ven) continuar sus frases, mil veces repetidas. Cuando acaba su rostro es la pura desolación. La gente se acerca, le suelta monedas y algunos le aprietan cariñosamente el brazo. Un gesto universal, vamos chica, todo esto pasará, se fuerte. La mujer apenas puede hablar para agradecer todo lo que recibe. Cuando el tren llega la siguiente estación, la cara de la mujer (solo si uno se fija realmente bien) cambia, pasa del dolor a la rutina y sale rápidamente para meterse en el siguiente vagón. Todo ha sido una farsa, pero ¡que farsa! Pocos actores podrían realizar ese cambio de registro en tan pocos segundos. Magistral.

La tercera vez que la vi, haciendo exactamente el mismo papel que las dos anteriores veces, cautivando al personal como una película de Loach, me dije a mi mismo que esta gente merecían unas palabras.

Cualquier berlines tendrá sus propios personajes secundarios de sus vidas de metro. Estos son los míos.


Un saludo.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Tenemos lo que nos merecemos.

Hoy he ido a Prenzlauer Berg por la mañana. Hace hoy un sol fuera de lo común en Berlín, aunque eso sí, -10 grados. He estado en la primera cafetería a la que fui cuando llegué en octubre con una mano delante y otra detras. Ahí iba varias tardes cuando María, mi amiga que me acogió en su casa hasta que encontré piso, estaba en Chicago y por tanto yo estaba totalmente sola en la ciudad. Había días que me acostaba sin haber dicho ni una palabra en todo el día, y me iba a esta acogedora cafetería típica berlinesa (con velitas, sofás y donde la gente habla en un tono normal) con mi portátil a buscar piso.

Ayer por fín, me dieron la gran noticia de que empiezo a trabajar pasado mañana como informática. Y por ese motivo he vuelto, más de un año después, a esta cafetería y encontrarme con la Aly que llegó y no tenía nada. Creo que estas situaciones son las que te ayudan realmente a valorar lo que tienes. Ahora tengo una casa, un trabajo, un grupo de amigos maravilloso, un inglés mejorado y un alemán que ha pasado de 0 a poder defenderme. Tengo una experiencia de un año y pico donde no todo ha sido de color de rosa para mí en temas personales, pero que sin embargo he llegado a ser justo la Aly que buscaba cuando aterricé en Berlín. Soy afortunada y tengo una vida para mi gusto envidiable y de la que cuando pase los años me sentiré todavia más orgullosa de haber hecho siempre lo que me ha dado la gana y sin embargo que me hayan salido bien las cosas a pesar de los problemas.

Porque, por supuesto, las cosas te salen bien cuando le echas ganas. Hay que ser valiente y arriesgar, sacarle a todo una parte positiva y por supuesto, no quedarse en casa lamentándose y esperando a que la vida le sonría sin salir a la calle a buscarlo. Y creo que de vez en cuando es bueno recordarse a sí misma que hay que valorar toda esa energía invertida en un cambio radical de vida, donde a veces hasta salir a la calle hasta para comprar el pan supone un esfuerzo para poder entenderte con la panadera.

E igual que yo, todos mis amigos. Mi grupo tiene en común entre otras cosas, que la mayoría vinieron también dejando sus trabajos en España y buscando una vida nueva. Todos vinieron sin papa de alemán, sin amigos, ni novio, ni trabajo ni casa, y con la incertidumbre de cómo les irán las cosas en un país nuevo donde el idioma juega en su contra. Y sin embargo, todos han conseguido asentarse, aprender alemán y conseguir un trabajo (algunos ya de lo suyo) .

Por eso digo que, cada uno tiene lo que se merece. Y a parte del factor suerte, el empeño es un factor esencial, igual que el positivismo y la iniciativa. Estamos en la edad de echarle huevos a la vida, si no lo hacemos ahora ¿Para cuándo lo dejamos?

Ahora lo único que pido es que todo esto nos dure....

sábado, 5 de febrero de 2011

Entre dos tierras

La clasificación de nuestro entorno es un mecanismo de defensa que utilizamos instintivamente dia a dia para almacenarlo en nuestra cabeza y saber manejarnos mejor por el mundo: esta me cae bien, este es un cabrón, esta ciudad es la mejor, este sitio es una mierda. Pues bien, cuando llevas 1 año viviendo en otro país, eso se multiplica por mil, ya que tu entorno, tu cultura, tu clima y tu monotonía cambia totalmente. De hecho, el tema estrella entre los extranjeros (al menos cuando nos juntamos los españoles) es darle un buen repaso a la cultura alemana, tanto para bien como para mal.
Llevo más un año ya viviendo en Berlin, que se dice pronto, y por suerte o por desgracia no he conseguido formar un grupo de amigos alemanes, nisiquiera internacional. Al principio me preocupaba bastante, pero a dia de hoy me he dado cuenta de que hacer amigos alemanes (aunque hablara alemán nativo) no es llegar y besar el santo. Ese es uno de los motivos por los que no me preocupa en absouto pertenecer a una "mafia española".
Otro de los motivos es que el hecho de tener amigos españoles me hace en cierta forma sentirme como en casa. El sentido del humor, las bromas, compartir tu misma situación de vida con un grupo de gente, pertenecer a una "comunidad" donde te es tán facil ser tú misma y sentirte comprendida, protegida y pasártelo genial al mismo tiempo.
Y de ahí el título de mi post. España es un país único en cosas buenas, pero también somos los peores en muchas, muchas cosas. Tanto que a veces me da vergüenza ajena. Vuelvo a España por navidad, me doy un paseo por mi barrio y me siento fuera de lugar entre la comunidad pija de quinceañeros que puebla mi querido barrio, con niñas de mechas rubias y caras marrones de polvos. La educación funciona mal, la política, la economía, la gente no tiene inquietudes, y su forma de solucionar los problemas es irse a los bares a tomar cañas. Somos ruidosos, nos gusta aparentar, nos encanta la ley del minimo esfuerzo o el todo gratis, aunque lo que regalen (o robes) sea un mojón de perro. No somos capaces de hacer nada solos (un viaje, ir al cine) y la reina de la tele y de la vida de las marujas desde hace años es una señora (por llamarla de alguna forma) llamada Belén Esteban.
Sin embargo un dia coges, te levantas y ves que hay un sol y un cielo azul que te saca una sonrisa, y 20 grados en la calle. Te das un paseo, te tomas una caña fresquita con un montaito de pringá en un bar donde quizás el camarero te echa un piropo, o incluso quizás te invita a la caña de "compadreo". En mi caso tengo además la playa a poco más de 100kms, que para mí más que una playa es un paraíso donde evadirte de todo y respirar aire con olor a mar. Pocas cosas en la vida pueden igualarme esa sensación.
Sales por la noche con tus amigos, y al rato te pones a hablar con la pandilla de gente que tienes al lado de la barra que no los conoces de nada. La gente habla y expresa con la mirada y con el cuerpo, y por supuesto, ligas sin problema ninguno, o como mínimo tonteas con la mayor facilidad del mundo. En resúmen, sangre en las venas.
La otra mitad que me falta la tengo aquí. Aquí encuentras todo tipo de ambientes, conciertos, actividades para hacer...El metro es una mezcla de gente de todas las culturas, que para mi gusto enriquecen la ciudad. La política funciona (visto está que Alemania está rozando ahora mismo el pleno empleo), la gente estudia en la universidad y están motivados (cuánta gente hay en España que estudia algo que no le gusta y que se sacan la carrera faltando a todas las clases que puedan?), la gente tiene iniciativa y es emprendedora, tiene inquietudes por nuevas cosas, y no critican al vecino por lo que haga con su vida o por cómo vista.
Y esa es la cuestión. Aqui estoy encantada, pero hay un choque cultural tan grande que dudo que pueda sentirme 100% como en mi casa en una vida 100% a lo alemán. Y luego vuelves a casa, a España, y dices...madre mia, yo que pinto aqui?

lunes, 22 de noviembre de 2010

Paule's Metal Eck

Hoy hablaremos del Paule's Metal Eck (Krossenerstr., 15. U-Bahn: Warschauerstrasse). No es el mejor bar de Berlín, ni siquiera el más atrayente, pero cuando hablamos de la música todo cambia. Y es que claro, en Sevilla es harto complicado encontrar un garito que te garantice buena música: allí estamos invadidos por los repetitivos ritmos del reggaetonto, el pijerío de Siempre Así y los nuevos grupos de flamenquito que obligan a preguntarte por qué hay tantos imbéciles y tan pocas balas. En Berlín la cosa es diferente, Muy diferente. En el Paule's no hay sitio para poperos: ¡¡Aquí manda el heavy metal!! Mayhem, Amon Amarth, Children of Bodom, Moonspell, los Maiden, Death, Kreator, Rammstein, Manowar, los Metallica de años mozos y un sinfín de grupos te hacen vibrar a ritmo de videoclip. Eso sí, tengo que reconocer que la mitad de los grupos que ponen son desconocidos para mí, bien porque sean demasiado burros, bien porque son grupos alemanes que aún no han traspasado fronteras. Pero cuando viene una canción que te sabes... ¡Ahí toca mover los pelos!

Aún recuerdo cuando, a principios de nuestra aventura berlinesa, Yago, Pablo y yo salimos un día a tomar una cerveza. 'Una cerveza y nos vamos pa casa, que no me quiero gastar mucho dinero', concretamos. Evidentemente, podéis imaginar cómo acabó la noche. El Metal Eck fue nuestro lugar de encuentro, y desde aquel día ha sido una de nuestras visitas obligadas. Cuando han venido visitas, siempre ha sido el local elegido para la noche de despedida, porque el ambiente que se respira allí es genial. Tienen incluso una mesa grandota con un cartel de 'clientes habituales'.

La decoración está tela de currada, con posters de conciertos, muñecos gigantes y lámpara con forma de momia encima del billar. El local es bastante grande, con una sala interior con sofá y mesas largas fuera cuando hace buen tiempo. Lástima que hasta dentro de unos meses no podamos volver a usarlas.. También son aquí memorables las grandes partidas de dardos que nos hemos echado, como el Masters Series de Friedrischain. La birra es un poco cara (3,20 euracos por una jarrona de medio litro), pero merece la pena. No todos los bares se mantienen después de trece años, por algo será. Buena música, buena compañía y una jartá de cervezas: ¿se puede pedir algo más?

Y para que os hagáis una idea, aquí va un video sobre el Metal Eck. ¡A disfrutar!

http://www.youtube.com/watch?v=xj5YDR0ORfU

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Por qué Berlín

- Por poder salir a la calle, montarte en el metro y ver gente de todas las partes del mundo.
- Por las ganas continuas de conocer siempre sitios nuevos en la ciudad: parques, bares, tiendas..
- Por las propuestas de viajes que siempre tenemso bastante presente, posibles escapadas de fin de semana con ryanair a otro país, o un fin de semana en otra ciudad de Alemania con el Schöneswochenende
- Por las wg-partys: fiestas en casa de conocidos o desconocidos llenas de gente donde casi seguro te encontrarás con gente interesante e internacional con los que hablar en otros idiomas.
- Por la conciencia por el medio ambiente: los alemanes reciclan, consumen mucha comida bio (ellos q pueden permitirselo), llevan bolsas de telas o cajas de cartón al supermercado para comprar, respetan a las bicis, les gustan los perros y no les molestan si están al lado de su asiento del metro.
-Porque puedes hablar inglés casi en cualquier sitio
- Porque vayas al bar más cochambroso que vayas, siempre encontrarás papel higiénico en el water.
- Por la mentalidad de viajar, de independizarse con 18 años, de vivir en otro país antes de empezar la universidad en algo que seguramente determine el resto de tu vida. Y si no entras en la universidad con 19 y lo haces con 21, no cunde el pánico como en otro país que yo me sé. La experiencia de esos años o el tarbajo que haya podido hacerse de mientras también son importantes en la vida. En resúmen, madurez en todos los sentidos.
- Por los eventos culturales, en especial festivales y conciertos. A pesar de la cantidad de música electrónica, es indiscutible la cantidad de conciertos de grupazos que hay continuamente.
- Porque aquí el año tiene 4 estaciones: El otoño, con las calles llenas de hojas amarillas. El invierno, con sus mercados de navidad, su nieve y su glühwein. La primavera, con
sus eventos callejeros y sus árboles floreciendo. El verano, todo verde y con calor suficiente (al menos julio) como para sudar en el metro y querer irte a un lago a pegarte un baño. Tiene su encanto.
-Porque el verano en concreto mola mucho. Todo es verde, todo el mundo tiene bici, barbacoas en parques, baños en los lagos, tirarse en el cesped con una cerveza y las gafas de sol, el karaoke del mauer park. La gente sonríe más por la calle, son más sociables. Luz del sol desde las 4 de la mañana hasta las 22.30 de la noche.
-Porque salgas el día que salgas de la semana a la hora que sea, siempre encontrarás fiesta en algún sitio del a ciudad, del estilo que quieras.
- Porque tengo mi pequeña familia española acompañante de aventuras en Berlín. Sin ellos la aventura berlinesa no sería igual.
- Por la educación de la gente. Todo es danke, bitte y entschuldigun.
- Por la seguridad de la ciudad. Raro es ver que alguien roba, o rara vez me siento insegura andando por la calle. A pesar de que la ciudad es muy oscura debido a las poquisimas farolas que hay por las calles, me siento mucho más segura que volviendo a mi casa por la noche en Sevilla.
- Porque todo funciona. El transporte, la economía del país, la educación...
- Porque los helados valen entre 0.70 y 1€
- Porque a cualquier hora del dia y vayas por donde vayas, siempre podrás encontrar comida y cerveza para comer y beber, por ejemplo en el metro. Algo muy aceptado socialmente aquí, lo que en España se vería como de cutres o borrachos acabados.
-Por poder ir sola al cine, a tomarte una cerveza o a bailar y que nadie te mire raro. Aquí nada es raro, nadie te va a mirar más de la cuenta porque lleves el pelo verde y plataformas de charol, por poner un ejemplo. Los alemanes por lo general no critican, directamente pasa de hablar mal de otra persona porque no le aporta nada y porque no están tan aburridos.
-Porque la universidad aquí cuesta 200 euros al semestre con tarjeta de transporte incluida (la cual ya vale más que esos 200 euros si no soy estudiante). Además tienes 4 meses de vacaciones al año, y muchas posibilidades de empezar colaborando en algún departamento de la universidad, sobre todo si haces master.
-Porque todo lo que sea viajar te abre la mente, pero vivir en una ciudad donde hay tanto de todo, no solo te abre la mente, sino que te engancha como una droga.

Después de este post creo que a nadie le cabe duda de lo que aprecio las cosas buenas de esta ciudad y de lo feliz que soy aquí.

Os quiero gentuza.

Aly